el azul celestial del infinito,
y el encaje de blancas nubecillas...
que coronan la tarde del estío.
He sentido la música del agua
al caer en un vaso cristalino,
alegre, refrescante, transparente...
apagando la sed de los sentidos.
He cerrado mis ojos y contemplo,
vaporosa la tela del vestido
que la brisa remueve con su gracia...
y es bandera del cuerpo femenino.
He sentido gorjeos de palomas
con el alba volar cómo abanicos,
gozando de su vuelo de alas blancas...
en cielo tan azul cómo este mío.
He cerrado mis ojos y contemplo
colores de azulejos encendidos,
dónde abrieron las flores sus corolas...
sus pétalos de seda, sus pistílos.
He sentido posarse sobre rosas
suavidades de razos y de mimos,
de las bellas y aladas mariposas...
que libaban la flora con cariño.
He cerrado mis ojos y contemplo
la belleza que encierra el aire mismo,
que moviendo las ramas y las aguas...
dan la vida cuál aspas de molino.
He cerrado y abierto yo mis ojos
porque siento la vida que he vivido,
soy feliz porque pude apreciarlo...
¡ Soy feliz porque existe el paraiso !
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