Fue un bello atardecer y se escuchaba
el rozar de las ramas por el viento,
y un lánguido clamor cómo un lamento
que un piano sus notas prolongaba.
El aria fue tan dulce que llenaba
el alma de ternuras al momento,
un éxtasis de amor y un sentimiento...
que el viento de la tarde lo elevaba.
No sé, si fue la luz que se dormía,
o el perfume a nardos que embriagaba,
o el rumor de las hojas que se oia;
Sólo sé, que a mí... el alma me embargaba
escuchando tan bella melodía,
que los dedos del viento preludiaba.
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